empatia positiva

Tantos años juntos y todavía no te enteras de nada. No sabes que me encanta hacer el juego de las calles y las partes altas de los edificios: que paso una y otra vez por mis calles favoritas y sólo me fijo en las partes más elevadas de los edificios que llevo tantos años viendo y así se me hace distinta esta ciudad que me asfixia. ¿Acaso sabes cuáles son mis calles favoritas? Aún no sabes que no puedo dormir con el armario abierto y que siempre cojo el camino de La Cantera porque el otro me pone triste. No sabes que podría vivir a base de queso feta, ni que me encanta el mojito. Que odio los caramelos pictolin y los croissants de chocolate porque me empaché una vez. Que me encanta la tarta de fresa con crema y la tarta de queso de mi pizzería favorita, que, por supuesto, no sabes ni cuál es. No te has dado ni cuenta de que me encantan los bolsos enormes y que cada uno de mis piercings es un recuerdo de sensaciones (pasadas) especiales. Aún no sabes que no me enfado, sino que me decepciono. Que me siento ridícula hablando por teléfono en el autobús y que me encanta la comida de avión. Desconoces que me apasiona el inglés y que tanto el alemán como el solfeo me parecen matemática pura. Que soy muy vaga, aunque la gente me tache de hiperactiva y que sé que podría haberme esforzado más en estos últimos cuatro años. No sabes que ya no creo en el amor, pero que sueño con encontrar a alguien que se enamore de mí. Que nunca me han dicho eso de "la madre de mis hijos" y que creo que no puedo tener hijos, aunque cada mes tiemblo y rezo para que me venga la regla. No sabes que sueño con retirarme a mi isla secreta o perderme en la ciudad del electro y que me encanta escuchar, así como ser escuchada. Que llevo dentro una cantante frustrada pero que la timidez que nadie reconoce me ha impedido siempre lanzarme al ruedo. No sabes que me encanta que mi vergüenza y mis colores no te produzcan pudor, sino que te hagan sentirte especial por dedicarte esa nueva faceta de mi cara y que me encanta ir a la peluquería y experimentar con mi pelo. Que sólo tuve cojones una vez para cortarmelo corto, cortito y que sueño con que vuelva esa pequeñita de nuevo para volver a cortármelo así. Que no me arrepiento de nada, ni de haberte conocido, a pesar de que tú ni te molestes en conocerme a mí.