Cuanto más observo la escenificación teatral de un cortejo fúnebre salido de un verdadero esperpento y observo la impasividad del resto, cómo continúan las farsas de sus vidas, celebraciones y castillos en el aire, me doy más cuenta de que tu muerte es ya un hecho a punto de consumarse. Y es tan grande el ascenso que estamos haciendo para no sufrir, y tan rápido el aumento de células inútiles y mutadas, que presiento que la caída va a ser insoportablemente dolorosa.