Fade out

o de cómo las buenas ideas se quedan en una simple declaración de intenciones.

Hace muchos años me sugirieron la idea de realizar monográficos mensuales o bimensuales. Como todos sabemos, un monográfico consiste en elegir un tema o concepto y explotarlo al máximo para obtener resultados realmente originales, con alto contenido relacionado, permitiendo la multidisciplinariedad y animando al alma a no caer en la monotonía. Y como todos sabemos las buenas intenciones, a menudo, se quedan en eso, en intenciones.
Hace poco estuve ordenando mis cajas de recuerdos y me encontré rastros de aquel primer y único monográfico. El tema elegido fue el concepto "rosa", concepto y no color. Por aquel entonces desconocía que rosa es la única palabra alemana que no se declina o que en valenciano significa palomita de maíz (o al menos eso me han dicho) y, pese a no conocer estos deliciosos detalles, llegué a componer mi monográfico especial. Se trataba de un larguísimo y finísimo marcador de hojas-libros hecho de papel reciclado de color cetrino y textura áspera. A simple vista, parecía un simple recorte de periódico, pero cuando se observaba con mayor detenimiento, aparecía la palabra rosa, en Times New Roman tamaño menos uno y con evidentes rastros de mi antigua impresora de agujas (nostalgia matricial). Al verlo me horroricé, qué poca originalidad, pero supongo que era por la influencia zaj de la época. Lo guardé en el bolsillo y me dirigí al Reina Sofía para comprobar, con espanto, que esa exposición ya no existía.